CaixaBank y Bankia negocian una fusión

La Fundación La Caixa será socio mayoritario, ya que controlará alrededor de un 30%

CaixaBank y Bankia tienen bastante avanzado un proceso de fusión que, de confirmarse, liderará el mercado financiero español con unos activos que se calculan en torno a los 650.000 millones de euros. Las que actualmente son tercera y cuarta entidades por activos, harán, pues, el sorpassolos que hasta ahora encabezaban la lista en su negocio dentro de las fronteras españolas, Santander y BBVA. La fusión -de hecho, se trataría de la adquisición de Bankia por el grupo presidido hasta ahora por Jordi Gual- se anunció a la CNMV a ultimísima hora del jueves y se justificó con la intención de mejorar la rentabilidad del negocio de ambas entidades, que hace tiempo que se esfuerzan por mejorar los márgenes en un contexto de tipos bajos, una situación agravada, como la del conjunto de la economía, con la crisis del Covid19.

A pesar de ser el pez grande que se come al pequeño, ya pesar de la insistencia en el término fusión por parte de los dos actores, atendiendo lo que se ha ido anunciando, la presidencia del banco resultante, que no sería ejecutiva, la asumiría el actual presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, mientras que Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, lo seguirá siendo también del nuevo grupo.

Parece que esta operación no sería nada ajena la mano de Luis de Guindos, ex ministro español de Economía, que ahora ocupa del sector financiero del Viejo Continente desde su despacho de la vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE). Precisamente, el pasado martes, en su intervención durante un seminario económico, De Guindos apresuraba el sector a tomar medidas, entre ellas la de consolidar entidades, ante la caída de las rentabilidades. Y ponía cifras. Para el segundo de a bordo del BCE, si la rentabilidad media de este negocio fue de un 6% en 2019, estas ganancias se podrían derrumbarse hasta el 2% o el 3% este ejercicio y el próximo. Unas cifras demasiado escuetas, ya que los accionistas de los grupos bancarios en general reclaman ganar un mínimo del 10%.

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Premio de los mercados

La prueba de que el movimiento de ambos bancos satisfizo los inversores fueron, precisamente, las alzas que experimentaron en el mercado, ya que CaixaBank subió un 12,4% y Bankia, un 32,9% en el cierre de la sesión de ayer.

Puede que las declaraciones de De Guindos hayan terminado de lubricar una decisión que probablemente hacía semanas que estaba en marcha, con el máximo secretismo, por cierto, pero también que, conocedor sin duda de la operación en marcha, De Guindos aprovechara para bendecir -la.

Hasta hace poco el rumor en los cenáculos financieros y en la prensa económica apuntaba más bien a una unión entre Bankia y el Sabadell. Finalmente ha sido otro grupo de orígenes catalanes lo que se integrará con la entidad aún semipública después de su rescate, que costó a las arcas públicas más de 22.400 millones de euros.

Un rescate, lo más importante de la banca española, impulsado precisamente por un Luis de Guindos que entonces actuaba como ministro español de Economía. A cambio, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, el FROB, organismo creado para salvar los muebles del sector en el pico de la crisis financiera iniciada en 2008, se quedó con un 68% de la entidad, una porción que ha bajado hasta al 62% actual.

La fusión, que por mucho que tenga el visto bueno del BCE y del Banco de España, que ayer emitió una nota dándose por enterado del proyecto, tendrá que pasar por el filtro de las autoridades de la competencia, y abre varios interrogantes. Uno, como se recuperará el grueso del dinero público inyectados en Bankia, de los que tan sólo se han reingresado unos 3.300 millones. Sobre este aspecto, y según comunicó el regulador español a finales del año pasado, se estima que el máximo que se podrá recuperar de aquel balón de oxígeno serán unos 9.500 millones. Es de esperar que, si los inversores siguen premiando la operación con alzas, el precio del paquete del Estado resulte más atractivo para la venta.

Habrá que ver, pues, cómo se va adelgazando la participación estatal en el nuevo reparto accionarial. En principio, después de varias prórrogas, el plazo para la salida del FROB del capital está prevista para finales del 2021. De entrada, si se cumplen los datos que acompañan la filtración de la operación, la Fundación La Caixa controlará un 30% de las acciones, mientras que el FROB diluiría su participación actual hasta una horquilla de entre un 14% y un 17% del grupo, según las fuentes. La consumación de la fusión les dejará como primer y segundo accionistas de referencia, respectivamente.

¿Que pasará con sus empleados y clientes?

Aparte del nombre o la marca con la que operará el nuevo gigante, que ayer fue motivo de fuerza especulaciones en las redes, un aspecto esencial será ver cómo afectan las sinergias a la capacidad instalada de los dos bancos; es decir, como se aprovecharán para reducir la capacidad instalada; o sea, red de oficinas, y, muy importante, como afectará las plantillas respectivas. Actualmente, entre las dos disponen de unas 6.600 sucursales (4.400 de CaixaBank y unas 2.200 de Bankia, en cifras redondas). Al mismo tiempo, la plantilla de la primera supera los 35.500 empleados y la de la segunda ronda los 16.000. En total, más de 51.000 personas.

Desde el Gobierno, parece que se ha dado luz verde a la operación, con las reservas de Podemos, que quisiera que Bankia continuara bajo la égida de los poderes públicos. En cualquier caso, el efecto de la fusión en los consumidores por la obvia reducción de la competencia, será, según indicó ayer el vicepresidente y consejero de Economía y Finanzas, Pedro Aragonés, una de las preocupaciones del gobierno. Según el responsable económico catalán, la Generalitat estará «atenta» porque CaixaBank mantenga su vinculación con Cataluña y su tejido productivo, un vínculo, sin embargo, que ya se rasgó cuando la entidad decidió mover la sede en Valencia poco antes del referéndum del 1 de octubre de 2017. Aragonés también expresó inquietud por la concentración del mercado bancario, que puede conllevar problemas y encarecimientos de la financiación por el hecho de empequeñecer la competencia en el sector. Respecto a la probable reducción de plantilla, el vicepresidente también se mostró «junto a los trabajadores», ya que observa el futuro laboral «con un punto de preocupación».

También desde el gobierno, el flamante nuevo consejero de Empresa y Conocimiento, Ramon Tremosa, en una entrevista en Catalunya Radio, se mostró deseoso de que la sede de CaixaBank vuelva algún día a Barcelona, que es «el lugar natural», aseguró. Tremosa también alertó del peligro de que el sector financiero se convierta en un «oligopolio» por la elevada concentración de entidades, y recordó que en países como Alemania aún pervive el sistema de cajas de ahorros, un hecho que garantiza la pluralidad y la competencia.

Los sindicatos exigen un acuerdo laboral

El matrimonio de CaixaBank y Bankia, finalmente, también inquieta, y mucho, los sindicatos. En una nota, CCOO, organización mayoritaria en ambas entidades, exigió un acuerdo laboral que garantice el empleo, con salidas voluntarias si hay excedentes y la preservación y la mejora de las condiciones, además de un proyecto empresarial de viabilidad . Para el sindicato, si bien la operación tiene «una lógica empresarial» por las circunstancias que se iniciaron con la crisis financiera, también debe tener, de lógica, en el ámbito laboral.

En cuanto a la UGT, la secretaria general del sindicato en CaixaBank, Cate Libro, recordó que ya hace años que el financiero es un sector con un ritmo de destrucción de empleo que es «una barbaridad», aunque se trata de puestos de trabajo «de calidad».

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